Es
sabido por todos que las vitaminas juegan un papel muy importante en el
organismo para mantener un buen estado de salud. Pero no debemos olvidar que,
como en todo, un exceso no es nada bueno y puede incluso llegar a ser tóxico.
Las
vitaminas se encuentran sobre todo en las verduras y frutas, de manera que si
seguimos una dieta equilibrada, estaremos aportando al cuerpo las cantidades
necesarias de estos micronutrientes. El problema está en que muchas veces se
consumen simultáneamente complementos vitamínicos que en realidad no son
necesarios y que pueden provocar un
exceso de proteínas.
A
continuación hablaremos brevemente de lo que puede ocurrir si consumimos
demasiadas vitaminas:
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Vitamina A: los síntomas de su exceso son náuseas, pérdida de peso,
fatiga, un desarrollo óseo anormal, estreñimiento, aumento de la sensibilidad al dolor, dolores de cabeza y
dermatitis
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Vitaminas del grupo B: los síntomas de un exceso de ácido fólico o
vitamina B9 son alteraciones del sueño, irritabilidad y urticaria;
mientras que si lo que “sobra” es vitamina B12, podemos experimentar
un descenso del nivel de potasio corporal, urticaria y disminución del apetito
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Vitamina C: en cantidades adecuadas nos ayuda, entre otras cosas, a
reforzar las defensas y prevenir resfriados; pero su exceso puede provocar
problemas intestinales y digestivos y, a largo plazo, provocar cálculos renales
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Vitamina D: en exceso puede provocar inapetencia, fatiga, freno del
crecimiento, calcificación de tejidos blandos, problemas a nivel renal y
cardiovascular, aumento de calcio en sangre y náuseas. Puede confundirse con un exceso de calcio
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Vitamina E: si tomamos demasiada, podemos experimentar alteraciones de
la coagulación, dolores abdominales y náuseas
Así que
ya lo sabes, evita tomar suplementos vitamínicos a menos que te los prescriba
un profesional ya que, de lo contrario, puedes obtener de ellos más perjuicios
que ventajas.