Seguro
que más de una vez has escuchado que en invierno debemos ingerir más calorías
porque nuestro cuerpo debe realizar un mayor esfuerzo para mantener su
temperatura y por ello consume más energía, verdad? Si hacemos caso a esto, lo
razonable sería pensar que en verano las necesidades energéticas serán menores
porque ese sobreesfuerzo no existe. Pues bien, esta creencia es falsa.
No
debemos olvidar que ese consumo calórico realizado en la regulación de la
temperatura corporal ya está incluido en el metabolismo basal, que es el
consumo energético para mantener nuestras funciones vitales. De modo que, ya
sea para aumentar o reducir la temperatura del cuerpo, se puede considerar que
el consumo es constante porque si existen variaciones, son mínimas y no se
tienen en cuenta.
Si bien
es verdad que las bajas temperaturas ambientales obligan al cuerpo a un mayor
esfuerzo regulador, ocurre lo mismo cuando esas temperaturas son elevadas ya
que también se necesita un trabajo extra para regular nuestra temperatura
corporal (en este caso, para reducirla). Aunque tampoco podemos olvidar que
tanto el aire acondicionado como la calefacción nos facilitan mucho esta labor.
Si a lo
largo del año no se producen cambios significativos en nuestra actividad física
diaria, no es necesario modificar en absoluto nuestra ingesta energética porque
si lo hacemos corremos el riesgo de que esos cambios provoquen, por ejemplo, un
aumento de peso en invierno al pensar que necesitamos más calorías.
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