Todas
las frutas de verano se caracterizan por tener varios puntos en común, como un
alto contenido en agua, fibra, minerales, vitaminas y antioxidante, pocas
calorías y un pequeño porcentaje de azúcares. Debido precisamente a su contenido
en antioxidantes y agua son la mejor forma de protegernos frente al sol y
mantenernos hidratados.
Dentro
de las frutas de verano podemos destacar las frutas con hueso, ideales para
preparar pasteles, compotas, o para tomar crudas. Todas ellas pertenecen a la
familia de las rosáceas y las más destacables son las siguientes:
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Ciruela: tiene su origen en Persia y el Cáucaso y es resistente a las
bajas temperaturas. En su composición destaca el agua, minerales (hierro,
potasio, azufre, calcio, fósforo, magnesio) y vitaminas B1, B2,
A, C y E). Su mejor época es entre abril y septiembre y debemos fijarnos al
comprarlas en que no tengan manchas de color marrón o estén arrugadas. Se
consumen como acompañamiento de algunas carnes (cerdo, pollo, pavo), en
compotas, pasteles, confituras o frescas. Debemos conservarlas en el
frigorífico si están a punto para consumirlas, o fuera de él si están verdes.
Aguantan unos 3-4 días y debemos evitar apilarlas
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Paraguayo o paraguaya: procede de una mutación del melocotón y se caracteriza
por su piel aterciopelada y su forma aplastada. Contiene cantidades
significativas de minerales (potasio, manganeso, cobre, magnesio, fósforo,
cloro, calcio, azufre, hierro), fibra, antioxidantes, agua, carotenos y
vitaminas (B1, B2, B6, A y C). Al comprarlo
debemos evitar aquellos con manchas. Se usa en mermeladas, galletas, jaleas,
tartas… o se consume fresco. También debemos guardarlo en la nevera si está
maduro y fuera si está verde, siempre evitando apilarlos
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Albaricoque: originario de Asia, tiene un color amarillo anaranjado
con partes rojas. Destaca por su contenido en minerales (calcio, magnesio,
potasio), fibra, vitaminas (A y C) y carotenoides. Se deben tomar bien maduros,
eligiendo aquellos con tonos rosados y desechando los que están demasiado
maduros. Su pulpa es de textura fibrosa y con la maduración se vuelve más
harinosa. Además de tomarse como fruta fresca, se usan en pasteles, compotas y
para elaborar los orejones de albaricoque
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Nectarina: al contrario de lo que mucha gente piensa, no es un cruce
entre ciruela y melocotón, sino una variedad de melocotón espontánea. Se
diferencia de éste en su menor tamaño y en que su piel es más brillante y lisa.
Se conserva en el frigorífico si está madura y fuera si necesita madurar. Es
rica en minerales (potasio, hierro, fósforo, magnesio), vitaminas (B1,
B2, B5, A, C y E) y fibra; y debido a su bajo contenido
en sodio se recomienda contra la retención de líquidos y la hipertensión. Se
usa para elaborar pasteles, tartas, helados, jaleas, mermeladas, confituras…
además de consumirse fresca. Su nombre proviene de la palabra “néctar” y se
debe a su sabor
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Melocotón: es una fruta con una enorme cantidad de variedades debido a
que su crecimiento depende del tipo de cultivo y de las condiciones climáticas.
Su origen está en China, donde se cultiva desde hace 3000 años. Contiene
grandes cantidades de minerales (manganeso, potasio, calcio, fósforo, cloro,
hierro, magnesio, azufre), antioxidantes tipo beta caroteno, agua, vitaminas (B1,
B2, B6, A y C) y fibra. Al comprarlos debemos evitar
aquellas piezas con golpes, manchas verdes o demasiado maduros. Se conservan en
el frigorífico si están maduros y fuera si están verdes, evitando apilarlos. La
mejor época para su consumo son los meses de junio, julio y agosto. Además de
consumirlo fresco, se usa como guarnición de carnes, ingrediente de ensaladas,
para tartas, suflés, helados, en mermeladas o compotas…
Y tú,
¿cuál es tu fruta con hueso favorita?