Nos encontramos en época de vendimia, lo que significa que las uvas han llegado. Por norma general, además de usarse para la elaboración del vino, las uvas suelen consumirse crudas como tentempié, postre o aperitivo. Pero pueden ser de utilidad en la cocina para enriquecer y dar un toque diferente a nuestros platos, tanto las uvas negras como las blancas.
Podemos emplear uvas como ingrediente de ensaladas o como acompañamiento de mariscos y pescados, simplemente lavándolas y pelándolas; o previamente marinadas (se dejan macerar unas 2 horas en una mezcla de aceite, hierbas aromáticas (cebollino, tomillo, eneldo), zumo de algún cítrico, como lima o limón, especias (curry, pimientas variadas, cayena), sal, y vinagre (cualquier variedad que nos guste). Tras la maceración vamos a obtener nuestras uvas convertidas en unas perlas que darán un toque exótico y lleno de matices a nuestros platos.
Con las uvas también podemos realizar una reducción de uvas, para lo que tenemos que machacar su pulpa mientras las dejamos cocer. De este modo vamos a conseguir que el jugo se caramelice lentamente y dé lugar a un jarabe denso, el cual podemos mezclar con pimienta recién molida, jengibre rallado y sal para acompañar platos a base de subproductos de oca y pato (por ejemplo, foie).
Si queremos elaborar salsa de uvas, dispondremos una sartén con un poco de aceite de oliva donde saltearemos las uvas hasta caramelizar su capa exterior. Se espolvorean con una pizca de sal y pimienta recién molida. Obtenemos así un acompañamiento ideal para pescados (medallones de salmón, lomos de merluza, lubina asada…) y carnes a la plancha (ternera, aves).
Para dar un toque especial a la salsa de uvas, podemos usar como base verduras cocinadas aromatizadas con cítricos, pimientas y mosto, vino o cava. Para ligar la salsa se usa maizena o nata para cocinar y se añade caldo de pescado o de ave, en función del plato al que se vaya a acompañar.
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