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miércoles, 19 de diciembre de 2012

NIÑOS Y ALIMENTOS “AMIGOS”



La alimentación de los niños es un tema muy importante que preocupa a los padres y a la sociedad en general. Muchas veces se hace difícil conseguir que un niño lleve una dieta sana y equilibrada acorde con su edad porque existen alimentos que no les gustan, otros que no les apetecen… Aprovechando esto, han salido al mercado diversos productos que, en un principio se nos presentan como ideales para niños. Pero… ¿esto es verdad? Vamos a hablar de algunos de estos alimentos a continuación.

-          Zumos de frutas: muchos son anunciados como naturales, por lo que nos lo venden como una manera de consumir fruta, pero no es lo mismo… Muchos zumos comerciales pecan de un exceso de colorantes, aditivos y edulcorantes; además de contener todo el azúcar presente en la fruta y carecer de la fibra que ésta sí tiene.

-          Zumos con leche: se venden como un producto en el que podemos obtener al mismo tiempo los beneficios de la leche y de la fruta. El problema es que no son muy diferentes de los zumos de frutas comerciales normales y la cantidad de leche que contienen es muy escasa.

    -          Formas de jamón y queso, de pollo, y palitos de pescado: se presentan como una alternativa fácil, rápida y divertida para que los niños coman pescado y otros nutrientes. El problema está en la gran cantidad de grasas saturadas que pueden contener este tipo de productos, además de que nunca podremos estar seguros de qué es realmente lo que contienen. Suelen contener además varios aditivos y tener exceso de sodio.


-          Barritas de cereales a base de leche: se anuncian como una manera de que los niños obtengan calcio, pero además de este mineral contienen gran cantidad de azúcares y grasas, no tan beneficiosos…

-          Cereales de desayuno: muchos tienen colores llamativos y sabores atrayentes, pero además de proporcionar energía al niño, le aportarán una cantidad elevada de azúcares simples e incluso grasas.

Muchos adultos se dejan convencer con la publicidad de los productos y acaban por comprar estos alimentos porque a sus hijos les llaman la atención. Pero no debemos olvidar que en la dieta, y sobre todo en la de un niño, hay que valorar la calidad de lo que se consume dejando de lado muchas veces lo que pueda decirnos la publicidad o la rapidez y comodidad que podamos obtener de un producto determinado.

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