En una
entrada anterior comentamos lo que eran las fobias alimentarias y dijimos que
se dividían en dos grupos: fagofobia (miedo a tragar) y neofobia (rechazo de
alimentos nuevos). Hoy vamos a centrarnos en la fagofobia.
La base
principal del rechazo de la comida en caso de fagofobia es el terror a
asfixiarse o ahogarse cuando se tragan los alimentos, independientemente de que
éstos sean sólidos o líquidos. Suele aparecer en niños tras un atragantamiento
con la comida, una disfagia (dificultad para tragar) o una faringitis o
esofagitis muy dolorosa. Del mismo modo, puede darse este trastorno en niños
que dejan de comer por miedo a vomitar y tener dolor, generalmente tras una
fuerte gastroenteritis o un empacho. También ocurre en personas (niños y
adultos) que se han sometido a tratamiento de quimioterapia en horas cercanas a
la de la comida.
No
existen ensayos terapéuticos sobre la fagofobia debido a que se trata de un
trastorno con una incidencia muy baja, de lo que se deduce que es un problema
temporal que suele “curarse” en menos de 6 meses.
Antes
de diagnosticar fagofobia, el médico debe descartar cualquier otra enfermedad
que presente los mismos síntomas, como globus (sensación de nudo en la
garganta), trastorno obsesivo-compulsivo (temor a atragantarse con objetos no
comestibles, como un trozo de plástico), disfagia (dolor o dificultad física
para tragar), anorexia nerviosa o trastornos afectivos.
En
aquellas personas que sufren fagofobia, el malestar desaparece, pero la
conducta alimentaria que les lleva a rechazar comida por miedo a atragantarse
permanece. De modo que toman los alimentos en forma de cremas, yogures, purés,
alimentos líquidos o semilíquidos, con el problema de limitación de la dieta
que supone esta elección. Esta manera de restringir la comida de forma tan
estricta puede llevar a un diagnóstico erróneo de anorexia nerviosa.
El
tratamiento de la fagofobia es el siguiente:
-
Comenzar ofreciendo al afectado purés líquidos e ir aumentando la
consistencia de los mismos gradualmente hasta servirle purés espesos y a
continuación alimentos sólidos
-
Introducir en los purés trocitos de pescado, carne o huevo; en primer
lugar triturado y después en pequeños trocitos
-
Los alimentos sólidos que vayamos introduciendo en su dieta deben
comenzar por alimentos blandos como pescado hervido, huevo pasado por agua,
verdura cocida, carne picada y, por último, carne fácil de masticar
-
El plan nutricional debe acompañarse de un plan de conducta trazado
por un psicólogo y de un curso de educación nutricional básico sobre los
nutrientes que aporta cada alimento y las necesidades individuales de cada
persona
Con
paciencia y constancia todo se supera.
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