El
término “cocina árabe” engloba la gastronomía de muchos países con costumbres e
ingredientes muy diferentes. Encontramos, por ejemplo, la sencillez de la
cocina magrebí, el exotismo de la libanesa y especias traídas de Irán y de la
India. En el mundo occidental, se conoce como cocina árabe aquella que utiliza
recetas de países como el Magreb.
El couscous
es el plato estrella de este tipo de cocina. Se trata de una pasta de sémola de
trigo cocinada al vapor y combinada con diferentes ingredientes según la zona
donde se cocina, aunque suele acompañarse de carne de pollo o cordero y
verduras.
Otro
plato característico es la baba ghannoug,
puré que, en Egipto, se elabora con berenjenas peladas y asadas al horno, y que
se acompaña con un aliño a base de aceite de oliva, ajo machacado y zumo de
limón.
Un
restaurante árabe que se precie, debe ofrecer en su carta platos como el tabbouleh (plato libanés elaborado con
trigo partido, remojado y escurrido, mezclado con tomates, menta, cebolla
picada y perejil, y aliñado con zumo de limón y aceite de oliva) o el hummus bi tahine (puré de garbanzos).

Una
curiosidad: la carta de un restaurante árabe no se ordena por entrantes,
primeros platos…, pero para adaptarse al mercado occidental, en estos países sí
se encuentran los platos ordenados.
¿Probamos?
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