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jueves, 31 de enero de 2013

FOBIAS ALIMENTARIAS III: NEOFOBIA


Hemos hablado el otro día acerca de la fagofobia y hoy le toca el turno a la neofobia, el otro grupo de fobias alimentarias.

Muchos niños y adultos experimentan un rechazo profundo por algunos alimentos, incluso sin haberlos probado nunca. Suelen ser personas que desde su infancia han rechazo de manera firme cualquier nuevo alimento, de modo que su dieta es desequilibrada y monótona por basarse en una cantidad reducida de alimentos. Hay que decir que no se trata de un trastorno alimentario raro ya que la mitad de los niños entre 2 y 10 años rechazan tomar un alimento nuevo en un primer momento. SI la edad del niño es de 4 a 7 años, el rechazo es frecuente e intenso y, a partir de estas edades, la neofobia suele remitir.

Los expertos proponen la hipótesis de que la neofobia surge por ofrecer a los niños una alimentación monótona en cuanto a variedad de alimentos, preparación de los platos, presentación y sabores (macarrones siempre con tomate, pescado siempre rebozado…). Pero existen investigaciones más recientes que indican que el factor genético puede tener mucho que ver en este trastorno ya que muchos niños que son hoy día “malos comedores”, tienen alguno de sus padres que también lo ha sido en su infancia. También debemos tener en cuenta que la actitud de los padres frente a la comida influye de manera determinante en sus hijos, que son grandes imitadores de sus progenitores.
 
El tratamiento a seguir en caso de neofobia es el siguiente:
-          Dejar diariamente el alimento a la vista del niño, pero sin ofrecérselo en ningún momento
-          Consumir el alimento en cuestión toda la familia delante del niño de manera natural pero sin invitarle directamente
-          Incluir en la dieta del niño otros alimentos que contengan los mismos nutrientes que el alimento rechazado
-          Invitar al niño a participar en el proceso de preparación de la comida: hacer la compra, cocinar, presentar y servir los platos
-          No darle un “premio” si se toma el alimento que rechaza. Es un error, por ejemplo, ofrecerle un postre que le encante a cambio de que coma el alimento que rechaza porque, de este modo, se fortalece que el niño siga rechazándolo para conseguir algo bueno a cambio de que finalmente lo coma
-          No hacer comentarios negativos (“ni le sirvas de eso, que no se lo va a comer…”) que van a fortalecer el rechazo
-          Introducir el alimento en su dieta de manera continua pero lentamente
-          Aprovechar los momentos en que el niño tiene más hambre para ofrecer el alimento rechazado en el primer plato acompañando su comida favorita, cuidando la presentación y haciendo que sea atractiva
-          No hay que limitarse a alimentar al niño sólo con aquellos platos que le gustan porque estaremos fomentando el desarrollo de la neofobia. Ya desde pequeño hay que animarle a que pruebe la mayor variedad de platos y alimentos posible

 Debemos tratar de que la alimentación sea lo más variada posible para asegurar el aporte necesario de todos los nutrientes a nuestro organismo.

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