El
ritmo de vida que llevamos hoy en día muchas veces nos deja poco tiempo para
pararnos a comer, dando como resultado que en las comidas no nos paremos
siquiera a mirar qué es lo que estamos tomando. Este es un problema que puede tener
consecuencias para nuestro cuerpo.
A la
hora de las comidas, debemos tener en cuenta que la buena masticación va a
favorecer que las digestiones se realicen correctamente y que, comiendo de
manera pausada, vamos a evitar que el ansia por engullir los alimentos acabe
jugándonos una mala pasada y comamos una cantidad excesiva.
Uno de
los motivos por los que podemos comer deprisa es porque llegamos con hambre a
la hora de comer, provocando que nos lancemos encima de la comida pensando sólo
en que esa sensación de “agujero en el estómago” desaparezca. Por ello, lo que
debemos hacer es planificar al menos 5 comidas diarias para evitar que a la
hora de comer o cenar tengamos un hambre excesiva que nos haga comer más rápido
de lo recomendable.
No
debemos olvidar que muchas veces el comer deprisa es la forma de ser de la
persona en sí o porque su ritmo de vida lo exige, sin que la sensación de
hambre influya para nada. La solución a esto es pensar en la importancia real
de una correcta masticación para tener buenas digestiones y tener en cuenta que
el cerebro tarda un tiempo en detectar la saciedad, por lo que si comemos
demasiado deprisa, corremos el riesgo de comer demasiado. Si esto ocurre,
nuestro estómago se llenará hasta el máximo y, si esto se repite de manera
habitual, llegará un momento en que su tamaño aumente y cada vez necesitemos
mayor cantidad de comida, por lo que nuestro peso se elevará sin que podamos
hacer nada por evitarlo.
Por
todo lo anterior, no debemos olvidar nunca que la hora de comer precisa un
tiempo adecuado para masticar bien los alimentos y comer despacio con el fin de
que nuestras digestiones sean correctas y evitemos la aparición de problemas en
el futuro.
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