Todos
hemos sufrido el dolor característico de las agujetas alguna vez en nuestra
vida, y es que es un dolor inconfundible. Las agujetas suelen aparecer cuando
una persona comienza a practicar deporte después de un periodo de inactividad,
al cambiar un entrenamiento suave por uno más intenso o tras realizar un
sobreesfuerzo demasiado intensivo.
Pero,
¿por qué aparecen las agujetas? La teoría más extendida es que se deben al
exceso de ácido láctico que se libera durante el ejercicio, el cual cuando el
músculo se enfría se solidifica y da lugar a unos cristales que se clavan en
las fibras musculares como si fueran agujas. Se creía que, como el ejercicio
hace que el dolor desaparezca, el calor generado por el músculo provocaba que
los cristales se deshicieran, pero esto no es más que un mito.
Lo
cierto es que la teoría de los cristales de ácido láctico es falsa, ya que se
ha demostrado mediante diversos estudios que personas con la enfermedad de
McArdle (incapaces de fabricar ácido láctico en su cuerpo) sufren igualmente de
agujetas.
Realmente,
las agujetas aparecen por microrroturas de fibras musculares debidas al
sobreesfuerzo al que sometemos a los músculos. Estas microrroturas provocan que
el músculo afectado se inflame y es lo que da lugar al dolor, que suele ser
máximo entre las 24 y 48 horas siguientes al ejercicio.
El
dolor puede tener dos causas:
-
realización de un trabajo muscular teniendo el cuerpo desentrenado,
por lo que la fibra muscular no lo soporta y se rompe
-
la fibra muscular es débil y no es capaz de mantener el nivel del
ejercicio
Las
zonas más comunes donde se sufren agujetas son los tendones cerca de las
articulaciones y las uniones musculares. En ambas zonas es donde se encuentran
las fibras más débiles, que de esta manera se eliminan, quedando sólo aquellas
más fuertes, las cuales además salen fortalecidas con el ejercicio.
Seguro
que siempre has escuchado que para evitar las agujetas hay que tomar agua con
azúcar y limón o bicarbonato, no? Pues bien, esto también es un mito. Estos
preparados pueden ayudarte frente a la deshidratación, pero no van a impedir
que tengas agujetas ni que, una vez que las tengas, dejen de doler. Para tratar
el dolor va muy bien el frío, ya que la inflamación bajará y el dolor
desaparecerá. Del mismo modo, las cremas antiinflamatorias y los AINEs
(antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno) van a ayudarnos frente
al dolor.
Por lo
tanto, para hacer frente a las temidas agujetas, el secreto está en hacer
ejercicio de manera regular y gradual (sin olvidarnos de calentar antes del
mismo) y aplicar frío en la zona en la que suframos las agujetas. Sin olvidar,
por supuesto, que una buena hidratación y una alimentación equilibrada deben
acompañar cualquier tipo de ejercicio.
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