Aproximadamente
la mitad de la población tiene el colesterol alto y de ellos, sólo la mitad lo
están controlando. Estos son datos de un estudio realizado en España que
indican que el colesterol es un problema que debemos tomarnos en serio.
Pero el
problema es que en verano, con el calor, las vacaciones y el tiempo libre, nos
relajamos más y podemos caer en excesos peligrosos que deriven en problemas más
importantes.
La
mayoría de la gente consume en su dieta más carnes y grasas de origen animal de
lo que se recomienda, siendo además muy pocos los que alcanzan loas cantidades
adecuadas de frutas, lácteos, verduras y hortalizas. Si a esta mala
alimentación generalizada durante todo el año añadimos la relajación y los
caprichos veraniegos, tenemos un cóctel explosivo.
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Barbacoas: suelen ser comidas donde el colesterol abunda y se mueve a
sus anchas, ya que los alimentos protagonistas son salchichas, chorizos,
panceta, morcilla, chistorra, costilla… Todos estos alimentos tienen un elevado
contenido en colesterol y grasas saturadas, por lo que van a provocar que los
niveles de colesterol en sangre se disparen. Opciones más saludables para
disfrutar de las barbacoas veraniegas son el conejo, los muslos de pollo sin
piel o las pechugas de pollo, además de pescado como los lomos de bonito; si a
todas estas alternativas las acompañamos de diferentes adobos saludables vamos
a conseguir que, además de evitarnos la ingesta de colesterol, disfrutemos de
la comida.
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Café: las vacaciones se caracterizan por la ausencia de horarios, lo
que hace que no tengamos prisas. Esto puede provocar que aquellas personas
consumidoras de café aumenten el consumo de esta bebida o de otras equivalente
durante estos días. Por ejemplo, al café del desayuno se puede sumar un
refresco de cola a media mañana, otro café tras la comida, un café con hielo
por la tarde y otro refresco con la cena. El problema está en que si estamos
controlando nuestros niveles de colesterol a través de medicación con estatinas
(los medicamentos más eficaces para reducir el colesterol), debemos tener en
cuenta que la cafeína va a provocar que la eficacia de dichas sustancias se
reduzca.
- Comidas improvisadas: muchas veces se recurre a ellas en el campo, la playa o la piscina. Suele estar formadas por ensaladilla con exceso de mayonesa u otras salsas grasas, bocadillos de paté, queso o embutido o pizzas grasientas. A pesar de estar en una época del año donde queremos dejar el estrés de lado, debemos hacer un esfuerzo y planificar las comidas y cenas, dejando la improvisación para ocasiones muy contadas
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Desayunos de buffet libre: lo cierto es que se trata de una tentación
difícil de combatir. En los hoteles, los desayunos de este tipo suelen derivar
en un exceso de calorías, colesterol y grasas a primera hora del día. Lo ideal
es elegir alimentos como queso fresco, cereales, fruta fresca, jamón ibérico,
infusiones y yogures; aunque eso no quita que algún que otro día nos demos un
capricho, pero siempre con un control
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Helados de nata: ya sea como postre o en mitad de un paseo o una tarde
de playa, este tipo de helados son unos de los que más abundan en verano. Pero
debemos tener en cuenta que, además de sumar a nuestra dieta una cantidad
considerable de calorías, estaremos añadiendo también colesterol y grasas
saturadas. Alternativas más saludables e igual de sabrosas son los granizados,
los sorbetes sin alcohol, la horchata o el té helado.
No te
olvides nunca de que el colesterol es un enemigo “invisible” que no avisa. Sus
valores máximos en sangre son 200 mg/dl de colesterol total, colesterol LD
inferior a 100 – 130 mg/dl y colesterol HDL superior a 35 mg/dl en hombres y 40
mg/dl en mujeres. Con niveles superiores a los recomendados tienes un mayor
riesgo de sufrir un infarto cardíaco o un ictus. Así que por tu bien, cuida tu
salud y tu alimentación.
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