A
veces, sobre todo cuando queremos adelgazar, pensamos que estamos llevando
nuestra dieta de forma correcta, pero nos equivocamos con más frecuencia de lo
que pensamos, pudiendo obtener incluso el resultado contrario.
Todos
sabemos que hay tres comidas principales al día: desayuno, comida y cena.
Muchas veces se amplían las comidas a 5 diarias, añadiendo el tentempié de
media mañana y la merienda, pero estas dos últimas ingestiones no son
imprescindibles. No vale de nada que llevemos a rajatabla lo de las 5 comidas
diarias pero que a media mañana y a la hora de la merienda comamos cualquier
cosa y de cualquier manera. Vale la pena comer sólo cuando tengamos hambre
(nuestro cuerpo suele demandar comida cada 3-4 horas) y limitarnos a alimentos
saludables.
Siempre
se asocian las verduras con una dieta sana, pero a veces esto no es verdad. Por
todos es conocido que existen alimentos como las hamburguesas vegetarianas,
pero el nombre no debe llevarnos a engaño ya que no se trata de lo que se
considera comida sana. Lo mejor es variar los vegetales que consumimos y cuidar
la forma de preparación, ya que podemos añadir calorías de forma innecesaria
incorporando quesos, nata o salsas muy calóricas a las ensaladas.
Hay
personas que piensan que repetir un plato va a llevarles a engordar y se
plantean tomar sólo un plato en cada comida. Pero hay que tener cuidado en cómo
es ese plato ya que si lo llenamos hasta los topes, poco importará que comamos
uno solo porque será como si comiéramos dos o tres platos.
Otro
fallo frecuente es dividir los alimentos en prohibidos y permitidos. Todos los
alimentos tienen cabida en una dieta sana y equilibrada, incluso los dulces, el
truco está en saber comer cada alimento de forma proporcionada y correcta sin
abusar de ninguno. Así que no debemos sentirnos mal por darnos un capricho de
vez en cuando.
La
mayoría de las veces es simplemente cuestión de sentido común, de pensar
realmente en lo que vamos a comer y cómo lo vamos a comer. Prestar atención a
nuestra alimentación nos llevará a mejorar nuestra calidad de vida.
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