Llamamos
OGM a los Organismos Genéticamente Modificados, es decir, aquellos a los que se
“han tocado” los genes. Los genes son fragmentos de ADN, que es la molécula en
la que se encuentra toda la información para que tengamos un color de ojos determinado,
un grupo sanguíneo concreto, o para que seamos hombre o mujer, entre muchas
otras cosas.
Hay
mucha controversia al hablar sobre los alimentos transgénicos (OGM) y parece
que el mundo no se da puesto de acuerdo sobre si son buenos o malos. Vamos a
tratar de informar sobre qué son, para qué sirven y si podrían ser peligrosos o
no.
Por
todos es sabido que desde hace millones de años se han realizado cruces para
obtener especies con mejores características (vacas que dan mejor leche, ovejas
con mejor lana, semillas de cereales más resistentes…). A esto se le conoce
como “selección clásica” y ocurre siempre dentro de una misma especie, pero su
gran problema es que se necesita mucho tiempo para conseguir la variedad con
las características deseadas. El mundo de la biotecnología ha eliminado este
problema, ya que se trasplantan genes directamente de una variedad a otra
obteniendo OGM con las características requeridas en un tiempo mucho menor.
Uno de
los primeros alimentos transgénicos conocido fue el maíz. Se descubrió una
bacteria que poseía un gen capaz de destruir un insecto que era nocivo para el
maíz; se extrajo este gen de la bacteria y se introdujo en el ADN del maíz,
dando como resultado un maíz resistente al insecto.
UTILIDADES
DE LOS OGM
La lista
de utilidades de estos Organismos Genéticamente Modificados es amplia:
-
Ámbito médico: es donde la ingeniería genética resulta más útil para
la sociedad. Un ejemplo son las bacterias modificadas genéticamente para
producir insulina humana que podrán usar los diabéticos.
-
Ámbito agroalimentario:
o Producción de plantas
modificadas genéticamente: actualmente se producen soja, colza, maíz y
remolacha, con la propiedad de resistir a algunos insectos herbicidas.
o Adaptación de cultivos a
condiciones extremas como el frío o la sequía.
o Aumento de las propiedades que
dispone una planta naturalmente, como la resistencia.
o Producción de frutas y verduras
de maduración retardada.
o Obtención de plantas capaces de
producir sustancias útiles para fabricar medicinas o introducción de genes
específicos en ovejas y vacas para que produzcan leche con sustancias médicas.
o Modificación de las propiedades
nutricionales y del carácter funcional de algunos alimentos (arroz enriquecido
con vitamina A).
o Aceleración del crecimiento de
algunos organismos, como el salmón.
DESCONFIANZA
El
mayor problema es el desconocimiento de la gente, no ya porque no les interese
informarse, sino porque la información sobre los estudios toxicológicos es de
muy difícil acceso.
Una
explicación es que se trata de estudios realizados por las propias empresas que
esperan comercializar el producto, por lo que evitan que los datos trasciendan
para evitar que sus competidores se hagan con ellos y se les adelanten.
Un
problema que muchos achacan a los OGM es su potencial riesgo de alergia, ya que
un alérgico al cacahuete podría serlo también a una planta que contenga un gen
procedente del cacahuete, por ejemplo. Bien es cierto que cuando algo así se ha
detectado en la fase de desarrollo del producto, se ha parado el proceso y no
se ha comercializado (caso de la soja alergénica por contener un gen de la nuez
de Brasil).
Otro
riesgo es la diseminación en el medio ambiente de genes resistentes a
antibióticos, que empezaron a usarse para localizar mejor los OGM. La forma de
proceder es la siguiente: introducimos en el organismo el gen de interés y un
gen resistente a un antibiótico determinado para, a continuación, poder someter
a los OGM al antibiótico y ver cuáles son los organismos inmunes a ese
antibiótico, ya que esos serán los que hayan incorporado el gen de interés. El
problema está en que esta diseminación conlleva que aparezca un mayor número de
bacterias resistentes cuyas infecciones serían cada vez más difíciles de
tratar. Por ello, actualmente en la Unión Europea se ha prohibido el empleo de
estos genes como marcadores.
Varios
estudios científicos indican unos efectos biológicos que podrían ocasionar los
OGM:
-
Noviembre 2005, investigadores australianos: constatan que la
transferencia de un gen de una judía a un guisante suscitaba efectos
inesperados como la producción de anticuerpos (marcadores de una reacción
alérgica) en ratones alimentados con ese guisante transgénico. Como resultado
se ha parado el desarrollo del guisante.
-
Verano 2005, equipo italiano: habían demostrado con anterioridad que
la absorción de una soja transgénica inducía modificaciones en las células del
hígado del ratón, y ahora probaban que el retorno a una alimentación no
transgénica hacía desaparecer estas diferencias.
¿Y EL
MEDIO AMBIENTE?
El
riesgo potencial más importante es la diseminación incontrolada de plantas
modificadas genéticamente que desplazarían a las plantas tradicionales por ser
menos competitivas. Se da un riesgo aún mayor cuando ambas competidoras están
emparentadas de manera estrecha.
Otro
problema que algunos plantean es que las plantas resistentes a pesticidas hagan
que en el futuro haya que utilizar cantidades mayores de estos productos, lo
que podría dar lugar a pesticidas inútiles o insectos resistentes.
Un
problema actual es la convivencia entre los cultivos de OGM y los cultivos
tradicionales, por miedo a que estos últimos se contaminen. La Unión Europea ha
elaborado unas recomendaciones entre las que se encuentran que la persona que
introduce los OGM en sus terrenos debe ser quien adopte las medidas que
considere oportunas para evitar una contaminación y garantizar la coexistencia
de OGM y plantas tradicionales.
¿Y EL
TERCER MUNDO?
Tal vez
hayas escuchado en algún momento que los cultivos de OGM pueden darnos la solución
al hambre en el mundo. Abre las posibilidades de crear variedades resistentes a
enfermedades e insectos, cultivar en suelos donde las variedades tradicionales
no se dan, crear alimentos enriquecidos (vitaminas, proteínas, minerales)…
El
problema es que en los países donde esto haría falta no disponen de los medios
para experimentar con este tipo de cultivos y la solución al hambre no pasa por
aquí, sino por el acceso a la comida.
INFORMACIÓN
La
Unión Europea ha sacado un reglamento por el que todos los elementos
transgénicos presentes en el mercado de los estados miembros deben cumplir la
trazabilidad y el etiquetado.
-
Trazabilidad: nos permite hacer un seguimiento del alimento a través
de su cadena de producción y comercialización.
-
Etiquetado: indica al consumidor final si el alimento que compra
contiene OGM o derivados (“contiene organismos genéticamente modificados” o “a
base de organismos genéticamente modificados”. Se admite como máximo un 0,9% de
trazas de OGM en productos que no lo avisen en su etiqueta cuando la presencia
se pueda considerar involuntaria y técnicamente inevitable.
En este
aspecto, la legislación se queda corta, ya que no contempla, por ejemplo,
alimentos (carne, huevos, leche…) derivados de animales alimentados con OGM o
tratados con medicinas que contengan OGM, ni a diversas sustancias usadas en
algunos procesos de fabricación (soportes de aromas y aditivos,
microorganismos…).
Podemos
encontrarnos también con etiquetados que indiquen “no OGM” o “sin OGM” en los
alimentos. No hay ninguna reglamentación al respecto, pero parece un poco
absurdo querer etiquetar un producto ecológico de esta manera cuando la propia
normativa dice que este tipo de productos no puede contener OGM.
CONCLUSIÓN
No es
bueno rechazar de plano los progresos tecnológicos. Es verdad que en ciertos
sectores la biotecnología no acaba de ser aceptada, pero ya se ha visto que
puede ser beneficiosa, algo comprobado en el ámbito médico, por ejemplo.
A día
de hoy, no podemos afirmar que los OGM comercializados para el consumo humano
sean peligrosos para la salud. Además, de serlo, se detectaría en la fase de
investigación y no llegarían al mercado.
El
principal problema que se plantea es el desconocimiento del público en general
en todo lo que tiene que ver con este tipo de alimentos. Y como consecuencia
ocurre lo de siempre: lo desconocido provoca miedo y rechazo, pero no por ello
tiene que ser malo.
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