En la
etapa infantil muchos niños presentan una serie de problemas o dificultades a
la hora de comer. En los primeros meses de edad puede aparecer un rechazo al
biberón o al pecho y una incapacidad de mamar; más adelante aparecen manías a
la hora de comer o no tomar una cantidad suficiente de alimentos.
La
inapetencia se da cuando existe un escaso o nulo apetito de forma continua a la
hora de comer y suele afectar a niños en la etapa infantil. En la mayor parte
de los casos no existe una causa a nivel orgánico que explique la falta de
interés por la comida y suelen ser niños que se desarrollan de modo correcto
dentro de los parámetros establecidos.
Este
problema de inapetencia puede ser continuo o temporal por causa de diversos
factores:
-
Proceso de aprendizaje inadecuado:
o Sobrevaloración de la comida por
parte del adulto, que relaciona la cantidad con la salud de sus hijos. Esto
provoca una atención e insistencia excesivas para que el niño coma
o Abuso de alimentos dulces,
refrescos, golosinas…
o Ansiedad por parte de los
progenitores frente a uno o varios episodios de inapetencia, provocando angustia
y rechazo de la comida
o Anarquía en los horarios o comer
entre horas
-
Acontecimientos familiares o sociales: comenzar en la guardería o
colegio, el nacimiento o llegada de un nuevo hermano, fallecimiento o pérdida
de un familiar…
-
Causa física: enfermedad, accidente, época de salida de los dientes…
Si la
falta de apetito coincide con alguno de estos acontecimientos, debe entenderse
como un intento por parte del niño de llamar la atención o como un síntoma de
un estado de ánimo bajo que, en algunos casos, puede requerir la ayuda de un
profesional.
Ante
una inapetencia continua debemos acudir al pediatra para que realice una
valoración que indique el estado de salud del niño y nos ayude a saber si
necesita un aporte de vitaminas o un tratamiento de estimulación del apetito.
Si el resultado de la valoración médica indica que el niño se encuentra en
perfecto estado, los padres tendrán que asumir que su hijo come lo que
necesita.
Si se
da un proceso de aprendizaje inadecuado, hay que tener siempre muy presente que
los niños aprenden por imitación y sus hábitos van a ser un reflejo de los de
sus padres. Unas pautas básicas que debemos establecer son las siguientes:
-
Permanencia en la mesa durante el tiempo de las comidas: establecer un
tiempo máximo y mínimo de estancia a la mesa sin levantarse
-
Comer el menú según el orden de presentación
-
Evitar que los niños coman entre horas y abusen de chucherías y dulces
-
Hacer del acto de comer una acción relajada y tranquila. Tratar de que
sea un momento de encuentro y convivencia, evitando que cada uno coma a una
hora diferente, para que sea más fácil el aprendizaje por imitación
-
Hacer posible que los niños prueben alimentos nuevos en pequeñas dosis
y respetar las negativas, tratando de no caer en la aceptación de caprichos
-
No compaginar otras actividades con la comida (televisión, periódico,
juegos…)
-
Negociar antes de comer una cantidad mínima de cada alimento (sobre
todo aquellos que rechaza el niño)e ir ampliándola poco a poco
-
Enseñar unas maneras adecuadas de comer de forma progresiva (usar la
servilleta y los cubiertos, sentarse adecuadamente a la mesa…)
Las
pautas anteriores pueden ser el guión para establecer una conducta adecuada
basada en unos hábitos adecuados y duraderos. Si el niño cumple con estas
pautas, se le puede premiar con elogios y atenciones; pero en caso de que
adopte una conducta inadecuada, hay que evitar gritar, enfadar, manifestar
ansiedad o castigarle, simplemente se le retirará el plato una vez terminado el
tiempo de permanencia a la mesa y se esperará a la siguiente comida, en la que
habrá que seguir las mismas normas.
A
medida que el niño va creciendo hay que adecuar las pautas a su edad y dejarle
realizar en cada momento todo lo que pueda hacer por sí solo, aunque implique
que tarde más tiempo y precise mayor esfuerzo.