Hemos
hablado ya en alguna ocasión de las “calorías vacías” que contienen algunas
bebidas azucaradas, las golosinas y el alcohol, entre otros. Pero… ¿puede
relacionarse un consumo habitual de alcohol con un aumento de peso?
Si recordamos
lo que son calorías vacías, son aquellas que, además de energía, no aportan a
nuestro organismo ningún otro nutriente. El alcohol contiene elevadas
cantidades de este tipo de calorías, pero no es el único motivo por el que
engorda.
El
alcohol en sí mismo suele tener en su composición un 70% de calorías, valor que
aumenta si además lo mezclamos con refrescos, por ejemplo.
Por
otro lado, no hay que perder de vista que el alcohol actúa de manera directa
sobre el metabolismo de las grasas. El alcohol se metaboliza en el hígado dando
lugar a una sustancia llamada acetato. De esta forma, al beber alcohol, los
niveles de acetato en nuestro organismo aumentan, por lo que el cuerpo va a
utilizar esta sustancia para conseguir energía en lugar de quemar las grasas
que tenemos acumuladas. De esta forma, la ingestión de alcohol “para”
momentáneamente la metabolización de las grasas.
De
todos modos, debemos tener en cuenta que no todos los tipos de alcohol son
iguales y que no es lo mismo tomarse un vaso de vino con las comidas que cuatro
cubatas al día.
Está
demostrado mediante diversos estudios que un consumo moderado de alcohol
durante las comidas va a tener beneficios en nuestro sistema cardiovascular
debido al gran poder antioxidante del vino.
Lo que
debemos considerar es que no hay que consumir alcohol de forma masiva y
continuada ya que, además de que nos va a hacer engordar, va a tener otros
efectos perjudiciales sobre nuestro organismo, como daños en diversos órganos
(riñones, hígado, páncreas…).
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