En
contra de lo que habitualmente se puede pensar, las calorías y kilocalorías no
son una medida de “cuánto engorda un alimento”, sino que miden energía.
Todos
sabemos que los nutrientes son aquellas sustancias que contienen los alimentos
que se encargan de aportar, entre otras cosas, energía a nuestro organismo.
Pues bien, esta energía se mide con calorías y se obtienen cuando nosotros
comemos un alimento, nuestro cuerpo lo absorbe y metaboliza los nutrientes.
Debido
a que la cantidad de energía obtenida en estos procesos es elevada, se suele
utilizar como medida habitual la kilocaloría, que equivale a 1000 calorías (por
ello, muchas veces en lugar de encontrarnos la abreviatura Kcal, nos podemos
encontrar Cal, con C mayúscula y no minúscula).
Pero no
hay que olvidar que a veces el valor energético de los alimentos se expresa
también en julios o kilojulios (J o kJ), que representan la energía en términos
de trabajo mecánico. La equivalencia es 1 Kcal = 4.184 kJ.
Las
calorías que contienen los alimentos tienen un origen, ya que la energía no se
crea de la nada. El sol es la fuente principal de energía para todos los seres
vivos y durante la fotosíntesis las plantas usan la luz solar, dióxido de
carbono y agua para dar lugar a moléculas de glucosa, las cuales almacenan
energía potencial. A partir de estas moléculas de glucosa se van a sintetizar
hidratos de carbono más complejos, grasas y proteínas, que llevarán la energía
potencial almacenada en las moléculas de glucosa originales. Durante el
metabolismo de los alimentos, esta energía será liberada y aprovechada por los
tejidos y células corporales para funcionar.
Debemos
recordar que no todos los nutrientes van a proporcionar la misma energía, ya
que las proteínas e hidratos de carbono produce 4 Kcal por gramos y las grasas
llegan a 9 Kcal por gramo. Por este motivo, las grasas son consideradas la
principal fuente de energía para nuestro organismo. Pero hay que tener en
cuenta que, aunque la mayoría de los tejidos corporales pueden obtener energía
a partir de las grasas, el cerebro, la piel, la médula renal y las células
sanguíneas necesitan otra fuente de energía.
De esta
manera, los hidratos de carbono son la principal fuente de energía “inmediata”,
las grasas son la principal forma de almacenamiento de energía (a igualdad de
peso proporcionan mas energía) en forma de tejido adiposo, y las proteínas
tienen un papel fundamentalmente estructural ya que se emplean en la
construcción, mantenimiento y reparación de tejidos y células.
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