Siempre
hemos escuchado que muchos de los nutrientes de las frutas, sobre todo la fibra
y las vitaminas, se encuentra principalmente en la piel, aunque también están
en la propia pulpa. En la piel vamos a tener la mayor cantidad de algunas
vitaminas y de fibra insoluble, pero también la mayor acumulación de
pesticidas, sustancias que podemos eliminar con un buen lavado.
Entre
las vitaminas que las frutas aportan a nuestra dieta podemos citar la
provitamina A, los folatos (vitamina B9 o ácido fólico), vitamina C
y betacaroteno. Por norma general, estas vitaminas se pierden cuando pelamos la
fruta ya que el contenido en vitamina C, por ejemplo, es en ocasiones hasta 5
veces mayor en la piel que en la pulpa. La vitamina C se encuentra
especialmente en cítricos (mandarina, limón, lima, naranja, pomelo), frutas
tropicales (piña, litchi, kiwi, papaya, mango), manzana, fresas, frambuesas… La
mayor parte de estas frutas se comen peladas por tener una cáscara demasiado
dura, pero debemos evitar esta práctica en aquellas frutas de piel blanda,
donde lo ideal es simplemente lavarlas bien y comerlas sin pelar para
aprovechar todos los nutrientes que nos pueden ofrecer.
Lo
cierto es que muchas veces pelamos las frutas para eliminar los pesticidas,
gérmenes e impurezas que presentan en la piel. Pero esta misma labor podemos
llevarla a cabo con un lavado exhaustivo con agua. Frutas como sandía o melón
se aconseja lavarlas con abundante agua y cepillarlas antes de partirlas, y las
frutas pequeñas y delicadas, como frambuesas y fresas, lo ideal es dejarlas en
remojo unos minutos para después escurrirlas.
También
hay que ser consciente de la importancia de lavarnos bien las manos con agua y
jabón para evitar posibles contaminaciones.
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