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viernes, 24 de mayo de 2013

¡¡¡TENGO AGUJETAS!!!


Todos hemos sufrido el dolor característico de las agujetas alguna vez en nuestra vida, y es que es un dolor inconfundible. Las agujetas suelen aparecer cuando una persona comienza a practicar deporte después de un periodo de inactividad, al cambiar un entrenamiento suave por uno más intenso o tras realizar un sobreesfuerzo demasiado intensivo.

Pero, ¿por qué aparecen las agujetas? La teoría más extendida es que se deben al exceso de ácido láctico que se libera durante el ejercicio, el cual cuando el músculo se enfría se solidifica y da lugar a unos cristales que se clavan en las fibras musculares como si fueran agujas. Se creía que, como el ejercicio hace que el dolor desaparezca, el calor generado por el músculo provocaba que los cristales se deshicieran, pero esto no es más que un mito.

Lo cierto es que la teoría de los cristales de ácido láctico es falsa, ya que se ha demostrado mediante diversos estudios que personas con la enfermedad de McArdle (incapaces de fabricar ácido láctico en su cuerpo) sufren igualmente de agujetas.

Realmente, las agujetas aparecen por microrroturas de fibras musculares debidas al sobreesfuerzo al que sometemos a los músculos. Estas microrroturas provocan que el músculo afectado se inflame y es lo que da lugar al dolor, que suele ser máximo entre las 24 y 48 horas siguientes al ejercicio.

El dolor puede tener dos causas:
-          realización de un trabajo muscular teniendo el cuerpo desentrenado, por lo que la fibra muscular no lo soporta y se rompe
-          la fibra muscular es débil y no es capaz de mantener el nivel del ejercicio

Las zonas más comunes donde se sufren agujetas son los tendones cerca de las articulaciones y las uniones musculares. En ambas zonas es donde se encuentran las fibras más débiles, que de esta manera se eliminan, quedando sólo aquellas más fuertes, las cuales además salen fortalecidas con el ejercicio.

Seguro que siempre has escuchado que para evitar las agujetas hay que tomar agua con azúcar y limón o bicarbonato, no? Pues bien, esto también es un mito. Estos preparados pueden ayudarte frente a la deshidratación, pero no van a impedir que tengas agujetas ni que, una vez que las tengas, dejen de doler. Para tratar el dolor va muy bien el frío, ya que la inflamación bajará y el dolor desaparecerá. Del mismo modo, las cremas antiinflamatorias y los AINEs (antiinflamatorios no esteroideos, como el ibuprofeno) van a ayudarnos frente al dolor.

Por lo tanto, para hacer frente a las temidas agujetas, el secreto está en hacer ejercicio de manera regular y gradual (sin olvidarnos de calentar antes del mismo) y aplicar frío en la zona en la que suframos las agujetas. Sin olvidar, por supuesto, que una buena hidratación y una alimentación equilibrada deben acompañar cualquier tipo de ejercicio.

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