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lunes, 5 de noviembre de 2012

¿PUEDEN LAS BACTERIAS SER BUENAS PARA NUESTRO CUERPO?


Siempre que hablamos de bacterias pensamos en negativo asociándolas a enfermedades, pero aunque muchos de problemas  que sufrimos son por ataques de estos microorganismos, también pueden ayudarnos en nuestra vida diaria.

Seguramente ya sabéis que son las bacterias las que fabrican para nosotros el vino o la cerveza, pero existen otros tipos de bacterias de las que también podemos beneficiarnos. Se trata de las bacterias beneficiosas que contienen los alimentos probióticos.

Las conocidas como bacterias beneficiosas o flora intestinal se encuentran tanto en el intestino delgado como en el grueso, pero su mayor concentración se da en el colon. Esta flora intestinal es la que nos ayuda a digerir los alimentos de forma correcta y a aprovecharlos al máximo. Además de su ayuda en la digestión, estas bacterias se encargan de evitar infecciones intestinales y otras infecciones derivadas de una mala asimilación de los alimentos. Estos pequeños microorganismos son también una buena forma de prevenir enfermedades.

Los alimentos probióticos son aquellos que contienen en su composición bacterias beneficiosas que nos ayudarán a repoblar la flora intestinal que perdemos cada día debido a nuestro ritmo de vida, al estrés y a los diferentes cambios externos. Como consecuencia de esta pérdida de bacterias beneficiosas podemos ver reducidas nuestras defensas haciéndonos más vulnerables al ataque de bacterias nocivas.

Dentro de los alimentos probióticos podemos encontrar dos grupos: los lactobacilos y las bifidobacterias. Se encuentran fundamentalmente en los lácteos y son los responsables de mantener una correcta flora intestinal. Este tipo de alimentos nos aportan grandes dosis de bacterias beneficiosas que se encargarán de procesos como la asimilación de los hidratos de carbono, la síntesis de las vitaminas del grupo B, mejoran la absorción del calcio, disminuyen los síntomas del intestino irritable, y hacen que asimilemos mejor la lactosa.
 
Tan importante como conseguir una buena flora intestinal es mantenerla, y para ello son útiles los llamados alimentos prebióticos. Este tipo de alimentos son aquellos que contienen sustancias que hacen posible la proliferación y mantenimiento de las bacterias intestinales, es decir, son su alimento. Estas sustancias se encuentran en el trigo, la cebada, la levadura de cerveza, el ajo, la cebolla… y nos ayudarán a mantener por más tiempo la flora intestinal intacta.

No debemos olvidar un tercer elemento que permite que los probióticos (las bacterias) se aprovechen de los prebióticos (su “alimento”). Estamos hablando de los simbióticos, que combinan las propiedades de los dos anteriores. Un claro ejemplo de este tipo de alimentos son los yogures con fibra, que potencian la efectividad de ambos componentes.

Hay elementos, como un exceso de antibióticos, que harán que nuestra flora intestinal se vea afectada, de manera que muchas de las bacterias beneficiosas morirán y desaparecerán haciendo que disminuya nuestro bienestar. Por ello es importante el consumo de alimentos probióticos, prebióticos y simbióticos (de los que hablaremos otro día con más detalle) para que nuestra flora intestinal vuelva a recuperarse y se mantenga en buenas condiciones. 

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