Siempre
insistimos en lo importante que es comer alimentos que nos ayuden a mantenernos
en perfectas condiciones, pero tan importante como elegir los alimentos
adecuados es la manera en que nos los comemos. SI nosotros cocinamos demasiado
un alimento y lo quemamos, al ingerirlo vamos a estar comiendo algo que, aunque
en principio podía resultar saludable, ya no lo resulta en absoluto.
Existe
mucha gente que cocina los alimentos en exceso y que incluso llega a quemarlos
ligeramente porque de ese modo aportan al plato sabores característicos. EL
problema está en que, además de esos sabores, nuestro plato va a incluir
diversas sustancias nada aconsejables para nuestro organismo y que debemos
evitar.
Cuando
cocinamos un alimento, sus nutrientes se transforman, y si lo que hacemos es
quemarlo, sustancias como el dióxido de carbono contenido en el alimento va a
aumentar, además de provocar que aparezcan sustancias llamadas toxinas. Todas
estas sustancias tienen un efecto acumulativo en nuestro organismo, pudiendo
llegar a provocar serios problemas en el mismo.
Las
toxinas son un radical libre que va a atacar directamente a nuestras células,
de modo que debido a ello podemos llegar a desarrollar diversas enfermedades e
incluso aumentar las probabilidades de sufrir algunos tipos de cáncer.
Si nos
fijamos a nivel digestivo, comer un alimento quemado va a provocar que su
digestión sea pesada y lenta, por lo que podemos sufrir molestias durante el
proceso.
Como
ves, lo mejor es tomar los alimentos cocinados en su punto justo, ni más ni
menos. De esta manera estaremos aprovechando al máximo todos sus nutrientes y
las cualidades beneficiosas que nos pueden aportar.
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