Sabemos de siempre que el flúor es esencial para mantener un
esmalte resistente y fuerte que nos permite tener unos dientes perfectos. Pero
el problema viene cuando consumimos demasiado flúor del que necesitamos.
La fluorosis es un exceso de flúor en el organismo. Existen
diversos rangos de este trastorno y cada uno de ellos se refleja en los dientes
de distintas maneras.
Muchos alimentos consumidos diariamente contienen flúor,
mineral necesario para que nuestro cuerpo forme algunas partes como los
dientes. El agua es el alimento que tiene mayor cantidad de flúor, por lo que
suele culpabilizarse a este líquido de la fluorosis.
Para detectar si padecemos esta enfermedad, debemos prestar
especial atención a nuestros dientes:
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Casos más leves: aparecen en un diente una serie de
pequeñas estrías y líneas que surcan la superficie.
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Casos intermedios: los dientes siguen manteniendo un
esmalte fuerte y resistente a la caries, pero presentan manchas opacas
blanquecinas o amarillentas.
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Casos más graves: los dientes sufren un cambio
asombroso ya que el flúor, en lugar de protegerlos, los convierte en porosos y
delicados, cubiertos de manchas marrones y expuestos a los ataques de caries,
así como a una rápida destrucción.
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Debemos tener en cuenta esto para no abusar del flúor ya que
es habitual que existan personas que sufren fluorosis y no lo saben.
Si ya sufrimos fluorosis en su estado más avanzado, existen
remedios para ello que podrá aplicarnos nuestro dentista. Este tipo de remedios
pierden sus efectos con el paso del tiempo y habrá que repetirlos. En casos muy
extremos, se recomienda el uso de prótesis.
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