Debido
a sus múltiples propiedades, los sulfitos (E-220 a E-228) se han utilizado a lo
largo de la historia, por lo que nos los podemos encontrar en alimentos (como
aditivos conservantes y antioxidantes), productos farmacéuticos y bebidas. Los
compuestos de azufre utilizados incluyen dióxido de azufre (SO2) y
diferentes sulfitos inorgánicos que generan SO2. Este tipo de
compuestos actúan inhibiendo el deterioro que las bacterias, hongos y levaduras
provocan en los alimentos. Del mismo modo actúan en contra de las reacciones
adversas que se pueden dar durante el proceso de elaboración y almacenamiento
de los alimentos, evitando que se estropeen. Sus principales acciones son
evitar la oxidación de grasas y aceites y mantener el color original de los
alimentos evitando la decoloración o el oscurecimiento causados por las
reacciones enzimáticas.
En el
año 2009, la FAO y la OMS evaluaron el uso de sulfitos en la alimentación,
llegando a la conclusión de que los alimentos que más aumenta la ingestión
total de estos compuestos son la fruta seca, vino, zumos de frutas, nueces,
embutidos, refrescos y diversas presentaciones de patatas elaboradas.
El uso de dióxido de azufre y sulfitos en España se encuentra regulado por el Real Decreto 142/2002 y su modificación (Real Decreto 1118/2007), que hace referencia a los aditivos diferentes de edulcorantes y colorantes. El uso de estos compuestos está autorizado en vino, cerveza, galletas, siropes, patata, productos de aperitivo, vegetales frescos, frutos secos, confituras y mermeladas, carnes, crustáceos y moluscos. Las dosis máximas permitidas varían en función del alimento y van de los 10 a los 2000 mg de SO2 por kilo de alimento.
Si bien
es cierto que lo sulfitos se usan de manera muy amplia debido a sus grandes
propiedades como conservadores, también es verdad que se les acusa de provocar
diferentes efectos adversos en los humanos debido a su ingestión. Estos efectos
se dan sobre todo en personas sensibles o vulnerables a los mismos, destacando
el efecto que tienen sobre asmáticos y aquellas personas que sufren un
trastorno que afecta al metabolismo de sulfitos (déficit de la enzima
sulfito-oxidasa). En personas con asma se han registrado urticarias,
dermatitis, dolor de cabeza, empeoramiento del asma e incluso shock
anafiláctico en casos extremos; mientras que en personas con el trastorno
metabólico, los efectos registrados son tan graves como lesiones oculares y
daño cerebral grave.
Hay que
tener en cuenta que los sulfitos provocan que algunos alimentos pierdan parte
de su valor nutricional al descomponer la vitamina B1 presente en
los mismos, por lo que su uso en alimentos con alto contenido en esta vitamina
(por ejemplo la carne) debe restringirse al mínimo imprescindible.
La
Ingesta Diaria Recomendada de estos compuestos es de 0-0.7 mg/Kg de peso
corporal, cantidad que muchas veces es sobrepasada debido, entre otras cosas,
al abuso por parte de la industria a la hora de utilizar sulfitos en los
alimentos.
Como veis, ni son tan malos como los pintan ni tan buenos como podamos pensar. La clave está en lo mismo de siempre, moderación y no pasarse en su consumo (aunque muchas veces no depende de nosotros...).
En las frutas confitadas que venden en Consum pone en las etiquetas que contienen sulfitos y que estos pueden alterar negativamente el comportamiento mental y físico de los niños. Si lo ponen ellos mismos es que será verdad.
ResponderEliminarHola Carlos,
EliminarComo escribo en la entrada, en personas especialmente sensibles pueden provocar efectos adversos. En el caso de los niños, todavía no tienen sus defensas totalmente desarrolladas, al igual que su cuerpo no ha alcanzado la madurez que tiene el de un adulto, por lo que este tipo de compuestos pueden ocasionarles mayores complicaciones que a un adulto.
Así que tienes razón en que si aparece en la etiqueta es que es cierto (y obligatorio que nos avisen, sino seguramente no lo pondrían), pero su responsabilidad acaba ahí y es el propio consumidor el que debe controlar el consumo de sulfitos.
Gracias por comentar!