Muchas veces nos dejamos llevar por la publicidad a la hora
de comprar alimentos pensando que nuestro organismo va a salir beneficiado,
pero no todo lo que nos cuentan en la publicidad es lo más apropiado para
nosotros, y debemos saber detectarlo.
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Mayonesa como sustituto ideal del aceite: la mayonesa
posee menos calorías por cucharada, pero la calidad de las grasas de un
producto y otro no es la misma. Además, mientras que el aceite sólo nos aporta
ácidos grasos, la mayonesa contiene gran cantidad de sodio.
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Galletas y productos ricos en fibra: si bien es cierto
que la fibra es saludable, este tipo de productos incluye también grandes
cantidades de azúcares y grasa que son las que les dan un agradable sabor a
estos alimentos.
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Refrescos Light: parecen ser la alternativa ideal por
no poseer azúcar, pero hay que tener en cuenta que también las sustancias
químicas de los refrescos (presentes igualmente en las versiones Light) pueden
tener distintos efectos nocivos en nuestro organismo si abusamos de ellas
(pérdida del esmalte dental, descalcificación ósea, gastritis…).
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Grasas vegetales hidrogenadas: suelen presentarlas bajo
la creencia de que al ser de origen vegetal, no van a ser dañinas, pero al
estar hidrogenadas se convierten en grasas trans que pueden provocarnos
problemas si abusamos de ellas.
Ejemplos como estos existen a montones, simplemente debemos
recordar que ningún alimento es tan
bueno que podamos abusar de él o comerlo de cualquier forma; ni existe ningún
nutriente mágico, por lo que debemos analizar el alimento en su conjunto y no
sólo lo que resalta la publicidad.
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