Un
estudio llevado a cabo por el Departamento de Psicología Clínica del Instituto
de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid ha arrojado unos
resultados interesantes.
Cuando
estamos saboreando un caramelo o un chicle, nos lleva a prestar mayor atención
y a resolver de manera más rápida y efectiva los diferentes problemas diarios,
de manera que disminuye el estrés o la ansiedad transitorios.
Los
fumadores, ante una situación complicada, reaccionan encendiendo un cigarrillo.
Pero es mucho más sano y tiene mejor sabor un chicle o caramelo que nos va a
ayudar a superar ese “momento crítico”.
En este
estudio, que constó de 120 voluntarios de entre 17 y 66 años, se les pidió
primero que cubrieran un cuestionario tipo test y, posteriormente, se les hizo
un registro psicofisiológico (se estudiaron las ondas alfa y beta emitidas por
su cerebro mientras se les hacía reaccionar ante un estímulo generalmente
visual). Este registro se realizó 3 veces: la línea de base (aquella que va a
funcionar de control), la fase experimental (donde se daban o no chicles y
caramelos a los participantes) y la fase posterior a tomar dichas chucherías.
De este modo se vió que la ansiedad se reducía al estar tomando un chicle o
caramelo (algo similar a lo que ocurre con la ansiedad de los bebés, que
desaparece y se calman al chupar su chupete).
Un dato
curioso es que al estar comiendo caramelos o chicles, la conductividad
eléctrica de la piel aumentaba, lo que daba lugar a una mayor activación del
individuo que estaba de este modo más preparado para enfrentarse a la situación
que tenía por delante.
Seguro
que alguna vez has visto a personas que, ante un momento crítico o una
decisión, se llevan un caramelo o un chicle a la boca, verdad? Bien, pues ahora
este gesto que podía parecer que carecía de importancia, tiene su explicación
científica. Eso sí, debemos de tener en cuenta que lo mejor es que esos chicles
y caramelos “antiestrés” no tengan azúcar.
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