Hemos
hablado el otro día acerca de la fagofobia y hoy le toca el turno a la
neofobia, el otro grupo de fobias alimentarias.
Muchos
niños y adultos experimentan un rechazo profundo por algunos alimentos, incluso
sin haberlos probado nunca. Suelen ser personas que desde su infancia han
rechazo de manera firme cualquier nuevo alimento, de modo que su dieta es
desequilibrada y monótona por basarse en una cantidad reducida de alimentos.
Hay que decir que no se trata de un trastorno alimentario raro ya que la mitad
de los niños entre 2 y 10 años rechazan tomar un alimento nuevo en un primer
momento. SI la edad del niño es de 4 a 7 años, el rechazo es frecuente e
intenso y, a partir de estas edades, la neofobia suele remitir.
Los
expertos proponen la hipótesis de que la neofobia surge por ofrecer a los niños
una alimentación monótona en cuanto a variedad de alimentos, preparación de los
platos, presentación y sabores (macarrones siempre con tomate, pescado siempre
rebozado…). Pero existen investigaciones más recientes que indican que el
factor genético puede tener mucho que ver en este trastorno ya que muchos niños
que son hoy día “malos comedores”, tienen alguno de sus padres que también lo
ha sido en su infancia. También debemos tener en cuenta que la actitud de los
padres frente a la comida influye de manera determinante en sus hijos, que son
grandes imitadores de sus progenitores.
El
tratamiento a seguir en caso de neofobia es el siguiente:
-
Dejar diariamente el alimento a la vista del niño, pero sin
ofrecérselo en ningún momento
-
Consumir el alimento en cuestión toda la familia delante del niño de
manera natural pero sin invitarle directamente
-
Incluir en la dieta del niño otros alimentos que contengan los mismos
nutrientes que el alimento rechazado
-
Invitar al niño a participar en el proceso de preparación de la
comida: hacer la compra, cocinar, presentar y servir los platos
-
No darle un “premio” si se toma el alimento que rechaza. Es un error,
por ejemplo, ofrecerle un postre que le encante a cambio de que coma el
alimento que rechaza porque, de este modo, se fortalece que el niño siga
rechazándolo para conseguir algo bueno a cambio de que finalmente lo coma
-
No hacer comentarios negativos (“ni le sirvas de eso, que no se lo va
a comer…”) que van a fortalecer el rechazo
-
Introducir el alimento en su dieta de manera continua pero lentamente
-
Aprovechar los momentos en que el niño tiene más hambre para ofrecer
el alimento rechazado en el primer plato acompañando su comida favorita, cuidando
la presentación y haciendo que sea atractiva
-
No hay que limitarse a alimentar al niño sólo con aquellos platos que
le gustan porque estaremos fomentando el desarrollo de la neofobia. Ya desde
pequeño hay que animarle a que pruebe la mayor variedad de platos y alimentos
posible
Debemos tratar de que la alimentación sea lo más variada posible para asegurar el aporte necesario de todos los nutrientes a nuestro organismo.
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