Nuestra
alimentación puede influir en el funcionamiento de nuestro cerebro provocando,
entre otras cosas, cambios en nuestro estado de ánimo.
HIDRATOS
DE CARBONO: LA GLUCOSA
El
cerebro usa la glucosa (molécula en la que se descomponen los hidratos de
carbono) para obtener energía de forma casi exclusiva, por lo que es importante
mantener los niveles en sangre de este hidrato de carbono estables (glucemia).
Para poder hacer esto, hay que consumir con una frecuencia adecuada alimentos
ricos en hidratos de carbono complejos (arroz, pan, legumbres, pasta, cereales
y patatas) y simples (azúcar, miel, frutas y otros alimentos dulces). Se
aconseja que la proporción de hidratos de carbono complejos sea mayor que la de
los simples para que se vaya liberando la glucosa de forma paulatina y se pueda
mantener la glucemia estable. Con el mismo propósito se distribuirá la comida
diaria en 4 o 5 tomas sin que pasen más de 3-4 horas entre una y la siguiente.
Debido al ayuno nocturno, no suministramos glucosa a nuestro cuerpo con toda la
frecuencia que deberíamos, por lo que es importante comenzar el día con un buen
desayuno en el que incluyamos hidratos de carbono. Una hipoglucemia mantenida
durante horas puede dar lugar a irritabilidad, falta de concentración,
nerviosismo, cansancio y mareos matinales.
EL
TRIPTÓFANO
El
triptófano es un aminoácido esencial, es decir, que debe ser suministrado al
cuerpo por medio de la alimentación. Este aminoácido se transformará en nuestro
organismo en serotonina con ayuda de la vitamina B6.
La
serotonina se conoce también como la hormona del humor y es un neurotransmisor
(compuesto químico que ayuda a que las neuronas se comuniquen entre sí)
relacionado con el estado de ánimo, el sueño saludable y el buen humor. La
concentración de esta hormona en el cerebro es directamente proporcional a la
concentración de triptófano en el plasma y en el cerebro.
Existen
estudios que revelan que la serotonina es muy abundante en las regiones del
cerebro que dirigen el afecto y el estado de ánimo, por lo que los cambios en
los niveles de esta hormona darán lugar a cambios en el ánimo.
La
serotonina actúa también como reloj interno en nuestro cuerpo determinando los
ciclos de sueño y vigilia.
Algunos
alimentos ricos en triptófano son los huevos, carnes, legumbres (soja),
lácteos, pescados, frutas (aguacate, piña, plátano), frutos secos.
VITAMINAS
DEL GRUPO B
Este
grupo de vitaminas son las que más influyen en el buen funcionamiento del
cerebro y del sistema nervioso en conjunto.
-
Vitamina B1 o tiamina: tiene un papel fundamental en el
metabolismo de los hidratos de carbono, por lo que su carencia afecta sobre
todo a los tejidos que dependen mucho de esta fuente de energía, como el
cerebro. Si consumimos alimentos dulces de forma excesiva, las reservas de
tiamina pueden verse reducidas, por lo que conviene moderar el consumo de
dichos alimentos. La escasez de vitamina B1 da lugar a falta de
memoria y concentración, irritabilidad nerviosa, y puede ser causa de
depresión. Esta vitamina es abundante en carnes, pescados, germen de trigo,
legumbres o cereales integrales (sobre todo en la avena), soja fresca y frutos
secos (anacardo, pipas…).
-
Vitamina B6 o piridoxina: interviene en diversas reacciones
del metabolismo y en la formación de las vainas de mielina (recubrimiento
aislante de las neuronas necesario para que las señales se transmitan de modo
correcto y las órdenes lleguen del cerebro a los músculos), así como en la
biosíntesis de neurotransmisores como la serotonina. Un aporte deficiente puede
causar nerviosismo, irritabilidad, fatiga e incluso depresión. Esta vitamina se
encuentra en quesos curados, germen de trigo, levadura de cerveza, pescado
azul, sesos y vísceras, legumbres, frutos secos y cereales integrales.
-
Vitamina B12 o cobalamina: interviene en el buen
funcionamiento del sistema nervioso, por lo que su deficiencia provoca
trastornos neurológicos como neuropatía sensitiva con irritabilidad y
depresión. Esta vitamina se encuentra sólo en alimentos de origen animal como
los huevos, paté de hígado, pescado azul (sardinas), vísceras e hígado,
solomillo y queso.
ÁCIDOS
GRASOS ESENCIALES
Se
conoce como ácidos grasos esenciales al ácido linoleico y al ácido linolénico.
Ambos ácidos grasos son necesarios para el desarrollo y funcionamiento del
sistema nervioso y del cerebro por formar parte de forma abundante de las
membranas de las neuronas. Para tener un aporte adecuado de los mismos debemos
consumir germen de trigo, aceite de semillas, aguacate, cereales integrales,
aceite de onagra, frutos secos, margarina 100% vegetal, soja, aceite de hígado
de bacalao.
FOSFOLÍPIDOS
Son una
mezcla compleja de grasas, ácidos grasos esenciales, ácido fosfórico y dos
vitaminas del grupo B como la colina y el inositol. Estas sustancias forman
parte de la membrana de las células, incluidas las neuronas), por lo que es
preciso que se encuentren en concentraciones adecuadas en el organismo para el
buen funcionamiento celular. Abundan en la yema de huevo, corazón, hígado y
sesos.
HIERRO
Las
células cerebrales usan el hierro para su funcionamiento normal y este mineral
interviene en la función y síntesis de neurotransmisores. Una deficiencia de
hierro se relaciona con menor capacidad de atención, de concentración y de
memoria y menor rendimiento escolar y laboral. Los alimentos más ricos en
hierro son el germen de trigo, foie gras, almejas, berberechos y similares,
frutos secos, levadura, cereales integrales, morcilla, vísceras (hígado,
riñón), carnes (sobre todo caballo), legumbres y pescados. Los alimentos
vegetales contienen hierro de menor absorción por el organismo, pero
combinándolos con alimentos ricos en vitamina C o proteínas aumentaremos la
absorción de este mineral.
Como veis, nuestro humor está condicionado de alguna manera por nuestra alimentación, por lo que para evitar un humor "de perros", aliméntate bien!
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