El
marisco es un producto procedente del mar que, como todo alimento con esta
procedencia, nos aporta grandes cantidades de minerales que nuestro organismo
utiliza para funcionar correctamente. Además, contiene muy pocas grasas, por lo
que nos ayuda a mantener a raya nuestro peso. Pero el lado “malo” son los
elevados contenidos de colesterol que tienen muchos tipos de marisco y las
proteínas de carácter alergénico presentes en este alimento, así como su
cantidad de purinas.
Otro
riesgo de consumir marisco son las reacciones alérgicas. Éstas se deben a la
cantidad de proteínas presentes en el marisco y a la existencia en ocasiones
del anisakis (parásito que puede provocarnos problemas).
Para
evitar la presencia de anisakis, se recomienda consumir el marisco tras
someterlo a temperaturas muy bajas que puedan terminar con este problema.
En lo
que concierne a las proteínas, simplemente hay que tratar de reducir la
cantidad que tomamos y, si sabemos que somos alérgicos, evitarlas.

Y no
hay que olvidarse del colesterol presente en el marisco, ya que a pesar de la
ausencia de grasas, el colesterol sí se encuentra presente en estos productos,
especialmente en los mariscos sin concha como los calamares. Pero hay que tener
en cuenta que el colesterol contenido, por ejemplo en las carnes, nos hará más
daño ya que se encuentra acompañado de grasas insaturadas que mejoran su
asimilación, algo que n ocurre en los mariscos.
Como
siempre, y como con todo, el secreto es la moderación.
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