La miel,
fabricada por las abejas, es uno de los alimentos más completos que existen ya
que, además de sus propiedades nutricionales, posee también propiedades
medicinales (sin olvidarnos de su agradable sabor dulce). Ya los griegos la
utilizaban para diversos fines debido a sus propiedades tonificantes,
antisépticas, calmantes, laxantes y diuréticas.
Se
trata de un alimento rico en hidratos de carbono, representando los azúcares
casi un 77% de su composición. Pero la miel destaca también por su contenido en
vitaminas y minerales esenciales, que la hacen idónea para combatir resfriados,
afecciones cutáneas y amigdalitis, entre otras enfermedades. Contiene calcio,
magnesio, cobre, manganeso, sodio, potasio, zinc, fósforo, y vitaminas del
grupo B (tiamina, niacina, riboflavina y ácido pantoténico).
Es un
alimento perfecto para prevenir el envejecimiento debido a su alto contenido en
antioxidantes, como la vitamina C. Además, en diversas investigaciones se ha
probado que la miel pura tiene un efectivo agente antimicrobiano que resulta
perfecto para tratar heridas superficiales, quemaduras menores, afecciones
bacterianas y pequeñas infecciones.
Además
de los nutrientes citados, en la miel podemos encontrar diversas enzimas
animales y vegetales que tienen su origen en el polen de las flores y en las
propias abejas que fabrican este alimento. Estas enzimas ayudan a que nuestro
organismo asimile más fácilmente los azúcares evitando que aparezcan problemas
digestivos.
Debido
a su alto contenido calórico (309 Kcal por cada 100 gramos), es un alimento
especialmente recomendado para aquellos que requieren dosis extra de energía,
como personas que realizan actividades con elevadas exigencias intelectuales y
físicas, deportistas, ancianos y niños.
Se
trata de un alimento que suele ser bien asimilado por casi toda la población,
pero algunas personas alérgicas al polen pueden tener problemas al consumir
miel. No hay que olvidar tampoco que se trata de un producto no apto para diabéticos
y que no es recomendable su ingestión en niños menores de 1 año ya que, debido
al escaso desarrollo de su aparato digestivo, puede causarles enfermedades.
Consumir
miel es beneficioso para el corazón porque ayuda a regular el ritmo cardíaco y
estimula el riego coronario; su alta cantidad de minerales y oligoelementos
hace que sea buena para personas que sufren enfermedades reumáticas; tiene un
efecto desintoxicante del organismo por estimular el metabolismo hepático; y es
un reconstituyente maravilloso.
Algunas
propiedades más que podemos destacar de la miel son:
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Posee mayor poder edulcorante que el azúcar
-
Estimula la formación de glóbulos rojos (por su contenido en ácido
fólico)
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Es un laxante suave (regulariza el tránsito intestinal)
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Facilita la digestión y asimilación de otros alimentos y, en los
niños, facilita además la asimilación de magnesio y calcio
-
Se utiliza en el tratamiento de gastritis, faringitis, rinitis,
laringitis, úlceras, estados depresivos menores, gripes, quemaduras…
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Estimula la formación de anticuerpos (por contener magnesio, zinc,
cobre y vitamina C
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Se usa en el tratamiento de personas que tienen astenia o estados de
cansancio físico o psíquico, y en la desintoxicación de alcohólicos
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Posee propiedades sedantes
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Estimula el vigor sexual
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Mejora el rendimiento físico (importante para los deportistas)
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Debido a su alto contenido en azúcares, es antimicrobiana y
antiséptica y ayuda a cicatrizar y prevenir infecciones en heridas
-
Su contenido en fenólicos y flavonoides hace que posea cualidades
suavizantes, antioxidantes y astringentes, por lo que es utilizada en cosmética
Hay que
tener en cuenta que, aunque la miel sea tan beneficiosa, no debemos abusar de
su consumo por diversos motivos como su alta concentración de azúcares y su
elevado aporte energético. Como en todo, la clave está en la moderación.
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