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Enzimas: son proteínas producidas por
las células del organismo que catalizan las reacciones metabólicas (aquellas
mediante las cuales nos nutrimos, es decir, aprovechamos los nutrientes que nos
aportan los alimentos). Por ejemplo, durante el proceso de digestión, varios
órganos de nuestro cuerpo (páncreas, glándulas salivares, intestino delgado…)
producen unas enzimas específicas (amilasas, proteasas, lipasas) que “cortan”
los nutrientes complejos (hidratos de carbono, lípidos y proteínas) en sus
elementos básicos (glucosa, ácidos grasos libres y aminoácidos) para que
nuestro cuerpo sea capaz de absorberlos y aprovecharlos.
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Glutamato monosódico: es el nombre que recibe la sal
de sodio del ácido glutámico (aminoácido natural que da sabor a los alimentos y
que es propio de los lácteos, pescados y carnes). Si se utiliza como aditivo,
en el etiquetado viene identificado como E-621 y sirve como potenciador del
sabor. Debido a su gran cantidad de sodio, hay que tener en cuenta que eleva mucho
el contenido de este mineral en los alimentos donde se incluye. ES un aditivo
muy empleado en la industria alimentaria y podemos encontrarlo en sopas de
sobre, especias, precocinados (pizzas, canelones, croquetas, lasañas,
calamares), salchichas, cubitos de caldo, gusanitos y similares, pasta rellena,
aceitunas rellenas, aliños…
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Inulina: la inulina es un tipo de fibra
soluble (hidrato de carbono) formada por unidades de fructosa (azúcar). Abunda
en vegetales como la alcachofa, cardo, puerro, cebada, achicoria, espárrago… y
su consumo mediante la ingesta de estos alimentos o como complemento favorece
el tránsito intestinal, reduce el nivel de colesterol, actúa como prebiótico
(nutre a la flora beneficiosa del intestino) y ayuda en la regulación de la
glucemia.
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